Yo ya no tenía claro si volverían. Pero lo hicieron y nos acaban de dejar tal vez su trabajo más intimista, más sosegado y tranquilo de todos.
Si, no es que el dúo hayan sido nunca un producto destinado a la pista de baile, pero aquí todo suena muchos más lento si se quiere y es uno de esos discos que debes escuchar varias veces para sacarle todo el jugo.
Siguen conservando la magia intacta en temas como Night Walk, con unos coros que recuerdan a 10CC en I´m not in Love, o en la maravillosa y diminuta It Never Occurred to Me.
Porque lo que está claro es que siguen conservando esa capacidad para encandilar con esa voz tan bonita y agradable y con ese sonido tan minimalista, claro, cristalino y sobre todo, ensoñador y acogedor.
Tal vez esto último sea lo más importante para mi. Acogedor.
Te sientes bien cuando los escuchas, los disfrutas. Hay melancolía pero esa melancolía que no es dañina, sino todo lo contrario.
Nos podremos encontrar con las ambientales Dum Audio o Fidget y seguir con la ensoñadora Samba on Sama, para acto seguido caer bajo el embrujo de Waiting Game.
No es su mejor disco, pero Junior Boys siguen siendo una auténtica delicia para los oidos.
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